sábado, 5 de enero de 2019

Para Mar (y volverte a encontrar en la Roma)

Querida Mar,
Creo que desde que te conocí supe que este momento llegaría.
El mundo está lleno de ti. Las noticias, los programas de YouTube, Twitter, los muros de mis amigos y conocidos, las pláticas de mis alumnos... Mi papá me llama por teléfono para preguntarme si te he visto en la película. Mis primos todos me preguntan por ti, ¿la conoces, verdad? Mi hija empieza a ver la película. "Ella está bien, la película, aburridísima..." Bueno, tiene 13 años. Los sitios más secretos de mi vida, los programas culposos que veo en la computadora cuando estoy sola y muy deprimida (Jimmy Kimmel), también apareces ahí... Mi ex habla de ti en las redes sociales, seguramente orgulloso de haber ido a tu boda, de haberte conocido o quizá porque realmente sabe de cine. La verdad no lo sé.
Respiro. No estoy preparada para ver tu película. Dejé de seguirte en todas las redes sociales. Me salí de la ciudad y dejé la vida allá... tuve hijos, me divorcié, fallé en todos mis planes. Abrí empresas y las cerré. Fui votada "maestra del año" una y otra vez para quizá convencerme que mi vocación era la enseñanza. La universidad en la que podía dirigir teatro dejó de emplearme de la noche a la mañana. Sin quererlo y con un enorme dolor del corazón, el escenario se cerró para mí. Tengo fama local, y no sirve para nada. Soy el jurado ideal para una muestra estatal... ¿puedes imaginar algo más mediocre?
Mi tiroides dejó de funcionar, subí de peso, me deprimí, me volví a deprimir, tomé pastillas y cientos de horas de terapia para saber si podía recuperar algo de lo que fui. Busqué pareja por todos lados y tuve todas las que quise. Fui la Sabina que predijiste, que de Teresa no tengo nada, y también fui estrella porno sin avergonzarme por ello, sino descubriendo un sexo sin compromiso y muy feliz.
Perdí a mi madre en el peor de los dolores y las angustias. Su final al menos le permitió descansar. La extrañé y la extraño, al menos la extraño por todo lo que quizá sí pudo ser y no fue, aunque sé que hizo lo que pudo con lo que tuvo.
Dejé de pensar en ti, en A., en la juventud... me di cuenta que tengo dos hijos maravillosos, únicos, talentosos, sorprendentes. La vida es para ellos un ir hacia adelante.
También dejé atrás a V. y sus preferencias extrañas, su propia historia dolorosa pero tan distinta a la mía, a tu mamá, tan dulce, pero siempre haciendo abismos entre tú y yo. Mi hijo se llama P. pero ya no hablo con tu hermano P. ni tampoco con C.Yo solo espero que estén muy bien.
Y sin embargo, no he podido ver tu película. Juego con ironía amarga. "¿A ella? ¿Que si la conozco?" Conocerte o lo que fue de ti y de mí a los 20 años, eso sí lo conozco bien... me corre por la venas ferozmente. ¿Conocerte hoy en día? No tengo idea de quién eres hoy. Seguí tu trayectoria fielmente, porque siempre he querido ser el perro fiel. Vi cuantas obras tuyas, películas y programas pude. Pero eso llega hasta cierto momento cuando es imposible seguir.
Tú jamás viajaste a ver ningún trabajo mío. Solamente porque estabas en Pátzcuaro cargaste a Natalia una vez cuando nació. No te culpo. No había nada que te interesara ahí. Yo misma no iría a ver mis obras hoy en día. Tampoco mis padres ni familia las vieron jamás. Mis obras son laberintos de pedazos de mi vida que solamente yo sé desentrañar. Y tal vez las disfrute alguien más... Ojalá.
El verano del 2018 lo dediqué a limpiar mi casa. Tiré a la basura todas, absolutamente todas las cartas que nos escribimos. Las leí antes de hacerlo. Eran todas una extraña mezcla. Un amor feroz y pasional cubierto de reclamos, dolores, angustias. No tenían nada que hacer en este mundo de hoy. Las rompí, junto con miles de otras palabras que pertenecieron al pasado y sonreí cuando el camión de la basura vino por esos pedazos. Estaba feliz de jamás volverlas a ver o saber que estarían en alguna caja de alguna otra mudanza. Cómo quisiera decir que las historias de la vida tienen final feliz.
Aunque no lo creas, y aunque escribo estas palabras llenas de todo lo que me llena este fin de año que paso sin mamá por primera vez y estoy adolorida y triste y medio enloquecida, estoy muy feliz por ti.
De alguna manera secreta y llena de saberes que me rondan sin que me lo explique, lo sabía desde el 12 de octubre de 1992 que te conocí en el NET. Estabas totalmente hecha para que llegase este momento y desde el fondo de mi corazón deseo que tu estrella llegue a lo más alto que deba brillar. Sé que no te fue fácil, entiendo todos los sacrificios y dolores que deben estar detrás de esta súbita fama. Imagino las esferas que te rodean, las manos que te sostienen, a tu hijo, a las dudas que te asaltarán.
Te ves hermosa. Tu belleza es única y tan real que pasma. Es algo que nos dan los años. Develan lo que somos en la realidad. Algún día que mis pies estén más en la tierra y más alejada de las nefastas fechas de fin de año intentaré ver tu película.
Agradezco a la vida profundamente que anduviéramos compartido parte de este camino, que nos quisiéramos con esas extrañas pasiones que jalan los hilos del corazón en la juventud. Que sobreviviéramos a todo lo que quiso separarnos y a todo lo que logró separarnos.
Te admiraré desde la butaca intentando solo ver la película y dejando atrás todo subtexto. Intentaré ver la historia que Cuarón quiso filmar y no volcar el pasado sobre la filmación. Nada más. Lo demás está guardado en el corazón secreto que todos llevamos dentro. Compondré las heridas, zurciré las roturas y bordaré semillas para nuevos futuros.
Tuya,
C. Elpan


No hay comentarios.:

Publicar un comentario