Las palabras de mis manos no son mías.
No se parecen a las palabras que hablo.
Son hilos de madejas ancladas en mi corazón
y algunas veces alcanzan fuego.
Entonces se convierten en regalos.
Ese es mi don.
Y es lo único que puedo regalar porque no es mío.
Siempre fue tuyo.
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