miércoles, 19 de diciembre de 2018

Mi Sombra hacia el 2019


Acabo de ir a una librería Gandhi, supuestamente la librería que más vende de toda la República, de la Ciudad de México y me llevé la tremenda sorpresa de que no había un solo libro de Carl Jung. No sé si esto suceda porque el discípulo indiscipulado de Freud dice una verdad que no es fácil de ver.
Afortunadamente cuando uno se acerca a un autor, sus palabras toman camino dentro de uno y encontré esta cita:
Nuestra sombra es todo aquello en nuestro interior que hemos dejado huérfano, que hemos evadido y que permanece en la oscuridad. Damos la espalda al dolor en algún momento de nuestra vida, sobre todo durante la infancia, sin embargo todo aquello que no hemos procesado persiste relegado y escondido en nuestra sombra. Nuestra sombra es el lugar donde nuestra fuerza vital queda atrapada fuera de nuestro alcance... El trabajo con la sombra va en contra de lo establecido: caminamos hacia el dolor, no alejándonos de él. Accedemos a ese sitio de dolor en nuestro interior y poco a poco lo sacamos al exterior, lo reconocemos e intimamos con él, hasta que ese dolor distante y extraño deja de ser ese temido "él" y se vuelve un "nosotros" recuperado.
Nunca hubiera podido describir con mejor precisión el proceso que viví de agosto 2017 a la fecha, hace una o dos semanas. En medio de una terapia de grupo le confesé una noche de agosto del 2017 a mi terapeuta: "Algo se acerca, lo puedo ver con el rabillo del ojo, no sé qué es y me aterra."

La sombra llegó hacia mediados de noviembre y se instaló a mi lado. No me era posible verla, pero sabía que estaba ahí. No me gustaba. Era desagradable, en pocas palabras, era todo aquello que me había jurado jamás ser desde niña. Se me acercaba, pidiendo consuelo, se recargaba en mi hombro y me daban ganas de vomitar.

En diciembre ya tenía una presencia definida en mi vida. Todo estaba fuera de mis manos. No hubo celebraciones. Llegó la muerte de mi madre en enero, en medio de una yo que era toda confusión y angustia. Mi amigo Magdiel me contuvo un poco, pero no hay fecha que no se cumpla. Llegó la Muerte y no me encontró, llegó en uno de esos viajes que yo hacía para entender qué pasaba conmigo y qué era aquello que se asomaba por el rabillo de mi ojo.

Febrero fue un mes oscuro, de las oscuridades que yo no sabía que el alma podía tocar. No quería hacer nada. Una chispa apagada, una fuerza extinguida. Era tal el despair (pues no creo que en español haya palabra parecida) que pasaba las tardes sentada enfrente de una vela encendida, porque no sabía cómo regresar a la luz.

En agosto se abrió el túnel. Era un camino directo al suicidio. Lo vi llegar mientras manejaba. Se abrió ante mí. Era tan fácil y luminoso. Era entender con tranquilidad cómo es que todas esas personas (Robin Williams, por Dios!) tomaban el camino del suicidio. Manejé a casa y llamé a mi padre, le pedí que no dejase de hablar, pasara lo que pasara. Me así a la vida como pude.

No era el final de la sombra, ni mucho menos. Tomé medicinas, tomé terapias, hice acupuntura, me moví hacia donde fuera. La segunda vez que se abrió el túnel (este año porque ya se había abierto antes) lo pude ver. Ver su forma y aguantar su paso. Saber que iba a regresar, que no había manera que desapareciera. Era el centro de la sombra y no había manera de resistirlo.

Claro que regresó, quizá por menos tiempo. Claro que seguí haciendo mil cosas para que desapareciera. Las tardes en que me quedaba sola me aterraban. No había manera de estar a salvo. Incluso al lado de mi mejor amigo, la Sombra llegaría al centro de mi corazón. ¿Cómo explicar la angustia que sentía? ¿Cómo decirle que en una bella y tranquila tarde de otoño bajo el brillante sol y la calma yo estaba segura que el mundo llegaba a su fin? ¿Y que ya no me importaba absolutamente nada de lo que ocurriera? ¿Que morir quizá significara de verdad descansar? ¿Que la Sombra estaba acomodándose en medio de mi pecho para quedarse?

Luego en diciembre 2018 llegó un sueño terrorífico del cual desperté angustiada. Había visto a la Sombra. La Sombra tenía la forma del terror de mi infancia. La Sombra era roja y quería ser escuchada. Quería ser vista. Era molesta, poco educada, apestaba, todo lo hacía mal, reprobaba en la escuela, quería atención, quería gritar, decir groserías, eructar, quería sexo y dinero y aprobación. Me gritaba al oído en la forma que yo por fin le había podido dar. Mi madre me veía de frente. Yo cerraba los ojos y la Sombra se encimaba sobre mí. Quería mi muerte y mi desaparición, me amenazaba.

Pero la pude ver. Ese reflejo que la vida me había puesto desde niña y al que yo había evitado todo lo posible. Había corrido a miles de kilómetros, a miles de otras relaciones para evitarla, pero al fin me había alcanzado. Y era mucho peor de lo que podía yo imaginar. Pero también me explicaba por qué yo me empeñaba en seguir subida a una repisa sin querer saltar hacia la vida.

Ahí está hoy, mi Sombra, la Sombra, terrible monstruo de pesadilla en forma de ese hombre que conozco tan bien y por el que tanto he llorado. Es abominable, despreciable, está loco y angustiado y sólo sabe gritar para ser escuchado. Todo lo arruina en cuanto lo toca. No puede tener una sola relación estable. No puede tener dinero pues de inmediato lo pierde. No sabe lo que es ser amado.

Ahí está mi Sombra, sentada a la mitad de la sala de mi ser, justo en medio de mi pecho. Si la miro un poco de cerca hasta resulta ridícula. Hace unos días le puse una correa y la invité a subirse al coche conmigo. Le puse su cinturón y miró hacia el frente. Al menos está tranquila porque sabe que la he visto.

Ya no la escondo. Duerme a mis pies y a veces quiere más que eso y yo la tengo que ver. No puedo acercarme demasiado, porque es probable que me coma. Pero haberle puesto nombre y color rojo y entenderla en su presencia es un consuelo para mí.

Si se vuelve a abrir el túnel quizá logre presenciar todo el fenómeno sin intentar huir. Ese túnel es la boca de mi Sombra que se abre inmensa para devorar el mundo. Yo solo tengo que mirar. Y si puedo, algún día, no este año ni creo que el siguiente ni el otro, le acariciaré las mejillas, solo para saber si tiene calor su piel.

Mientras tanto que duerma a mi lado, que respire a mi lado... Yo sólo tengo que observarla sin huir.



martes, 18 de diciembre de 2018

Sueño del 17 al 18 de diciembre

Soñaba que era una niña cuyos padres peleaban entre sí y no se detenían. Grité con toda mi fuerza para ser escuchada. Me desperté gritando.
Luego soñaba con Y., que le diagnosticaban cáncer y solamente podía comer alimentos tipo plástico en papilla. Me daba tristeza. Estábamos en unas escaleras de mármol y la luz entraba por un ventanal. Luego me iba con unos viejitos gringos (un hombre y dos mujeres) que iban a unas abluciones y se desnudaban en un baño pequeño con muchos lavabos y mosaicos amarillos.
Szenzi, Susana y los viejos

martes, 11 de diciembre de 2018

Jung y los sueños


  • Los sueños pavimentan el camino de la vida.
  • "According to Freud the dream, like every complex psychic product, is a creation" (p. 2, Dreams)
  • Manifest content versus latent content (dream-thought)
  • "The events which do not awaken any strong emotions have little influence on our thoughts or actions, whereas those which provoke strong emotional reactions are of great importance for our subsequent psychological development." (p.4)
  • “feeling-toned complex of ideas” Every emotion produces a more or less extensive complex of associations (p.4-5)
  • "the real nature of the feeling-toned complex; it is always a question of a wish and resistance to it." (p.5) 
  • "Freud says that every dream represents the fulfilment of a repressed wish." ... and this wish is very painful
  • "The dream disguises the repressed complex to prevent it from being recognized."

lunes, 10 de diciembre de 2018

Sueño del 8 al 9 de diciembre y del 9 al 10

Regresaba a la casa de V. Ahora no estaba L. Sólo ella pero me gustaba cómo tenía todo ordenado. Ella solo se vestía de blanco, aunque podía poner color a su ropa blanca. Veía todo su clóset. Ya nos íbamos pero le preguntaba si podía ver su obra. Ya tenía una manera nueva de pintar.
Se trataba de unos papeles enormes que ya traían unas líneas hechas y ella les pintaba encima. Su primer dibujo era una alicia, guera, ojos grandes, vestida de azul, aunque yo sabía que se trataba de nuevo de M. y sentía envidia.
Después los otros dibujos eran diferentes. Me gustaban mucho, ella reinterpretaba lo que estaba ahí. Cuando platicábamos de mí, me daba cuenta que lo que yo quería hacer no era estudiar un doctorado, sino ayudar a las personas a entender lo que estaban viviendo.
Me desperté contenta, sabiendo que todos en ese sueño eran yo.


NOCHE SIGUIENTE


Un hotel de muchos pisos. En los cuartos superiores estaba una gran fiesta, muy divertida, conocía a todos y me la pasaba muy bien. Más bien era como vivir una fiesta de la juventud como nunca me lo había permitido.

Luego bajaba por el elevador. Estaba M. Decidía verla, enfrentarla. Estaba toda su comida, todos comían agachados por miedo a ser reconocidos. Era extraño. Por fin me atrevía a felicitarla, decirle que había escuchado lo que había hecho. Me sorprendía su modestia. No quería hablar de ello sino de mí. Vi a sus sobrinos y a su mamá y a su hermana. Sentí algo de nostalgia y me sentía torpe porque no sabía cómo saludar a todos en esa situación.
Me escapaba, estaba siguiendo a alguien por los pisos de abajo. Aunque no era yo, lo que pasaba es que veía a mi M. siguiendo a alguien y se iba a subir en el elevador. La detenía antes de hacerlo. Me sorprendía porque la veía entera, de pie, caminando. No se veía bien sin embargo. Tenía la piel color naranja, descompuesto. Le preguntaba cómo estaba y me decía que bien. Tenía una sonrisa triste. Ella me decía que no me preocupara, que estaría bien. Yo le decía antes de que se fuera que así era, que todo estaba bien y que se rindiera ante la luz, como si tuviera que decirle cosas antes de que siguiera esa carrera por entre los cuartos vacíos de ese hotel enorme, le tenía que decir que soltara todo.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Notas sobre Robert Wilson y los sonetos de William Shakespeare


Robert Wilson


The Shakespeare Sonnets


En la colaboración de Robert Wilson con el Berliner Ensamble, surge la escenificación de los sonetos de Shakespeare.

Está en juego el travestismo isabelino, esta vez revertido para asegurar en el espectador que nada de lo que ve es realmente lo que ve.

Más allá del travestismo, los rasgos faciales de los actores y actrices se encuentran totalmente borrados por maquillajes blancos que cubren todo rastro de piel en todos. De este modo el espectador es forzado a encontrar la sexualidad en otro lado. 

Tampoco serán los movimientos del personaje los que puedan dictarle el sexo. Algunos vestuarios incluyen elementos que quisiéramos significaran género, pero se niegan a darlo.

El maquillaje, en extremo teatral,

La reina no baila, sin embargo mueve los pies. Es un hombre quien la actúa, Jürgen Holtz.

El montaje que muestra una escenografía raquítica, exacta, perfeccionista, de filos exactos, por otro lado, el montaje es extremadamente sensual. Los personajes comen y escupen, acarician, cantan y los sonidos se detienen en sus cuerdas vocales haciendo acrobacias.


Production Matters: Staging Shakespeare's Sonnets

Celebrating Shakespeare's sonnets 400th anniversary, Robert Wilson staged with the Berliner Ensemble 25 of the sonnets in 2009. Each sonnet is played to the music of Rufus Wainwright and the musical styles vary from heavy metal to folk medieval music.


"For Wilson, however, cross-border perception, for creator and spectator alike, can only be positive since it calls upon unexercised dimensions of the imagination." (Shevtsova, p.3)

"Whether Wilson’s works actually have semantic content and meaning or are purely ‘aesthetic’ constructions has remained a problematical issue ever since." (Shevtsova, p.5)

"liberated spectators to discover the ‘discoveries’ of the artists by themselves" (Richard Foreman, Village Voice, 1 January 1970 cited by Shevtsova, p. 8)

"there was the ‘hidden’ link to Freud" (Shevtsova, p. 8)

Bob Wilson became the man of the future as dreamt by the Surrealists, as Aragon described Deaf Man's Glance in a letter to Andre Breton.

He continuously recycles material.  

'His muse during these several years was the young deaf–mute Raymond Andrews whom he had adopted and whose capacity to order the world in pictures had confirmed his belief that language was not indispensable for knowledge and communication.' (Shevtsova, p. 10)

"Wilson was to build a more devoted audience still in Germany where his work continues to be commissioned and received." (Shevtsova, p. 14)

"Newnam’s glowing rods and expanses of colour for which Wilson has found the equivalent, with light, for the stage." (Shevtsova, p. 16)

"It was the spectator’s job, she asserted, ‘to make sense of what he sees and to decide if it’s chaos or order, formed or formless, or if that matters’" (quoted in Shank, 2002: 134).

'within the multiple transparent superimpositions of images, the body is not privileged but treated as one material, one cipher, among others.' (Birringer 1991: 224)

' during rehearsals Wilson often used abstract, painterly language such as, “this scene needs more air.”' (Halperin-Royer, p. 322)

'His audio-landscapes―strongly reminiscent of cinematic practices―with the parallelism of images and speech patterns turn on the destruction of hierarchy.' (Schmidt, p. 76)


'It is only through associative processes that an interpretation of the stage presentations can be attempted.' (Schmidt, p. 76)


Sólo la belleza


Mujeres que corren con lobos

Fui la afortunada invitada a la primera sesión abierta de la Carpa Roja de Morelia, un espacio maravilloso donde las mujeres nos curamos, escuchamos y sanamos.