miércoles, 22 de agosto de 2018

El cantante de muertos de Antonio Ramos Revillas

El cantante de muertos


Camino a la compra me topo calaveras de azúcar, me encantan, mi hijo las prefiere de chocolate, mi hija está estudiando el sistema óseo en la escuela, se mide la cabeza, me muestra sus deditos extendidos: "Así, mami, así mide mi cráneo." Ella sabe que es pequeño, yo sé que es frágil. Me aterro.
Tomo entre mis manos la novela de Ramos Revillas. Afuera transcurre el paisaje carretero pero entre las manos tengo a un niño que comienza a hablar con la temida insistencia y perseverancia que solo un niño tiene. Es un personaje obsesionado con la figura de su padre. Entiéndanme, yo soy gente de teatro. En el escenario estudiamos los más terribles y crueles parricidios, pero aquí es un niño el que alza la voz. La voz del narrador protagonista de Ramos Revillas me desconcierta. Es un niño pero ya vive con una obsesión de adultos.
"Mi padre le cantaba a los muertos," abre la novela. Mandamiento # 1: Comenzarás tu novela con una frase que incendie la mente de tus lectores. Mandamiento #2: Tu frase inicial deberá contener toda tu novela. ¿No me creen? Revisen los estantes de la literatura que permanece a pesar de los siglos.
Este niño comienza a forjar su voz. No es solamente el odio-pavor-atracción que le presenta la profesión alterna de su padre, cantarle a los muertos, es el hecho de que este niño a través de la palabra comienza a develar la coloración de toda su vida. ¿Realista? Naturalista, diría yo. Son las decisiones de nuestros padres aquello que nos arma la vida. Es decir, cuando nacemos ya todo está decidido. 
El padre del protagonista de esta novela le canta a los muertos. Este niño no tiene opción sobre su destino. Toda la novela entonces se vuelca en descifrar aquello que ya fue escrito para nosotros en las acciones y decisiones que nuestros padres y abuelos tomaron en sus manos.
Canción tras canción, capítulos de la novela, Ramos Revillas acciona sobre el lector para irle revelando un secreto familiar. Lo que se calla en la primera generación será una prohibición para la segunda y la tercera heredará una interrupción, un vacío, una cañada... eso pasa en la novela. Este niño resiente la profesión de su padre como una carga genética de la quisiera sacudirse y no acaba de entender por qué. Las indagaciones lo van llevando hacia su pasado familiar, a hurgar en la herida con torpeza, no sabe que sus acciones sólo están perpetuando el fantasma que su abuelo se impuso sobre sí mismo en pago de una enorme culpa.
Oh, sí, la culpa es la musa de nuestro protagonista. No les extrañe, Ramos Revillas ha estudiado a su Rulfo, debe tenerlo en edición de lujo junto a su máquina de escribir (miento, porque él a diferencia de mí es joven y debe escribir por computadora). Ramos Revillas escribe sobre este nuestro querido y tan herido país. Ramos Revillas se sabe heredero de una tradición narrativa mexicana. Le interesa dar pasos pero es tan listo como para no adelantarse y perder el camino. Campo, camino seco, muertos que nos hablan al oído ... Insisto sobre México: sólo a nosotros se nos ocurre cantarle a los muertos y vivir apestados por eso.  sólo al abuelo de un protagonista de novela mexicana se le antoja cargarse un saco ajeno lleno de muerte para expiar una culpa que ni siquiera le corresponde y peor aún, heredárselo a su hijo. Pareciera que los personajes mexicanos tuvieran ese deber de limpiar culpas ajenas a costa del desgaste de la propia vida. Graban en su frente la palabra "inutilidad" para marcar el rumbo de sus acciones.
Así el padre de nuestra protagonista, no se cuestiona, hereda, le canta a los muertos y la gente lo desprecia por ello. El niño que observa su destino grabado en la guitarra que ha pasado de generación en generación se fascina, se enoja, reniega, rompe las cuerdas. Esa es la historia que leerán. Un niño que ha decidido romper una guitarra porque no puede entenderla.
Luego Ramos Revillas regresa al pasado, donde una abuela obsesionada con leer y disfrutar de la nota roja parece explicar a este niño los por qués de los movimientos de vida de sus antepasados. Las mujeres de la novela son así: a través de lo que les sucede los hombres, accionadores, se explican a sí mismas. La enfermedad, la muerte, la solidaridad, el maltrato, el abandono, el desgaste, en el universo de Ramos Revillas son los hombres quienes observan las señales de los latidos femeninos para descifrarlas como estrellas, lejanas, inexplicables.
Al centro de este libro hay un feminicidio (ahora está clasificado, enmarcado por leyes, palabra que en nuestro país los legisladores se han encargado de enfrentar así, por lo escrito). ¿Es tan homicida el que permite que se lleve a cabo el asesinato a nombre del deseo como el que se ensucia las manos? Ésa parece ser la pregunta a resolver en esta indagatoria y la muerte, como un vestido de novia sacado de una película de Kusturica, se cuelga de los hombros de sus observadores para no soltarlos.
Escuchar los deseos de los muertos es un don divino. Se hereda por decisión propia y por ello mismo se cose lado a lado con la culpa. El protagonista termina su historia enfrentado a su presente desangelado. Quien termine de leer la novela de Ramos Revillas y crea que las acciones del protagonista a lo largo de toda la novela han servido para limpiarse de la carga ancestral que lo apesadumbraba desde niño está muy equivocado y leyó otra novela. Todas las acciones del protagonista en su indagatoria sobre su dolor no le sirven para librarse de él. Antes al contrario, lo profundizar,, lo anclan a sus nervios, lo hincan esposado y de ojos vendados a la herencia que le corresponde.
Ramos Revillas evita los pensamientos sencillos o simplificados sobre la muerte, en realidad el despedir a nuestros difuntos a través de la música, de acuerdo a su visión, no tiene que ver con la alegría o la simpatía supuesta que siente el mexicano ante la muerte. Lejos de expresara a través del canto,se trata de un enfrentamiento, no como popularmente se les hace creer, al menos en las guías de turistas, sobre todo a los extranjeros.
[PROMETO TRATAR DE ENCONTRAR EL FINAL DE ESTE TEXTO, LEÍDO EN LA FERIA DEL LIBRO Y LA LECTURA DE MORELIA EN EL 2012)

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